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Para entender la profundidad de la guerra civil Siria

El Estado Islámico persigue el sueño de Osama Bin Laden
Tomado de: es.euronews.com/
Centenares de miles de personas han sido condenadas a huir por carretera de la ofensiva fulgurante del Estado Islámico lanzada el 9 de junio. Se ha apoderado de los territorios al norte, este y oeste de Bagdad. Los yihadistas avanzan hacia el kurdistán autónomo. Las fuerzas kurdas tratan, con gran esfuerzo, de frenarlos. Reportaje RAI1.
El frente de resistencia en el norte de Irak contra el Estado Islámico está en Makhmur. La ciudad ha sido retomada por las fuerzas kurdas, hasta ahora las únicas que pueden competir con los islamistas, a pesar de su poca cohesión.
“La semana pasada estábamos apurados”, dice un capitán de la Peshmerga, “sin armamento pesado, con algunas pocas pistolas. Afortunadamente, después, nos han llegado nuevas armas y EE.UU. empezó los bombardeos a los yihadistas”.
Están alerta. Un avión estadounidense ataca una base yihadista cerca de Makhmur. Algunos kilómetros más lejos, hay un combate. Vemos a los combatientes de la Peshmerga, fieles al expresidente Talabani.
Frente a la trinchera, los guerrilleros suníes tratan de entrar en Kurdistán.
Cuando acaba el combate, los soldados de al Bagdadi Calif han sido rechazados y abandonan a sus caídos y vehículos arrebatados al Ejército iraquí. “El convoy tenía 30 vehículos militares y más de 100 combatientes”, dice el general Ali Makhmuri.
Kilómetros más allá, en un territorio considerado inhóspito, las milicias del PKK celebran la victoria. Desde hace mucho tiempo este es su refugio y ahora son decisivas para rechazar a los yihadistas de Makhmur. La Peshmerga incluso tiene que reconocerlo.
La llegada de ayuda humanitaria se acelera en el kurdistán iraquí, donde miles de personas se refugian del avance los yihadistas en el norte del país. Para esta provincia autónoma se abre la puerta para convertirse en un estado independiente reconocido.
Pieza de SF1.
La esperanza de las potencias occidentales en una solución al conflicto reposa en las milicias kurdas. ¿Pueden parar el avance de Estado islámico? Sus esfuerzos dan resultado gracias al armamento occidental. Y esto no es nuevo.
Los rebeldes islamistas en Afganistán en los ochenta recibieron armas estadounidenses para luchar contra los soviéticos.
El experto en el islam Reinhard Schulze conoce las diferencias entre la situación de Afganistán entonces y la de Irak ahora: “Cuando se les dieron armas a los rebeldes afganos en los 80, las milicias no estaban bajo control público. Es diferente de la situación del kurdistán, donde tienen un Gobierno. Las estructuras públicas son suficientemente sólidas para garantizar que las armas no serán usadas para combatir más que a los combatientes de Estado Islámico”.
Para los kurdos esto puede ser una oportunidad de recabar aceptación internacional para terminar creando su propio estado.
La provincia autónoma del kurdistán se formó en los 90. Desde entonces su autogobierno se ha construido poco a poco. Con el avance del EI, los kurdos han avanzado para terminar controlando la ciudad de Kirkuk.
El abastecimiento de armas realza el estatus de la provincia autónoma, opina Schulze: “El kurdistán es reconocido como actor militar lo que le da su Gobierno reconocimiento internacional. No pasará mucho tiempo antes de que reclame su soberanía. Occidente la aprobará. La milicia kurda saldrá sin duda fortalecida del proceso que vivimos”.
Una milicia kurda fuerte y el deseo de un estado propio, una mezcla que mantendrá a la zona ocupada por un tiempo.
El alto comisariado de la ONU para los refugiados ha estimado que hay decenas de miles de desplazados en Irak, mayoritariamente de una minoría kudófona y no musulmana: los yasidíes, atrapados sin víveres y sin agua en las montañas de Sinyar. Reportaje de France 2 sobre los que han sobrevivido.
No lo saben todavía, pero están a salvo, apiñados en la parte de atrás de un camión o caminando aquellos que pueden mantenerse en pie. Estos yasidíes iraquíes cruzan el río que les separa del kurdistán, donde estarán finalmente protegidos. Los voluntarios les acogen con los brazos llenos de víveres. Un madre se pone a sollozar: “Los yihadistas han matado a muchos de mis seres queridos en mi pueblo y no me queda leche para darle a mi bebé”. “Llegamos de Shengal pero muchos otros no llegarán. Niños, ancianos… han muerto por el camino”, dice un hombre.
Una pesadilla que ha durado ocho días, los que llevan huyendo del Estado Islámico, y que ya termina.
En sus rostros podemos leer el miedo, el dolor, el cansancio. Todos aquí se acuerdan del día que atacaron los yihadistas por una sola razón: son yasidíes, miembros de una comunidad religiosa diferente.
“Los yihadistas han destruido nuestra casa y apresaron a los hombres y a los adolescentes. Nosotros pudimos huir con lo puesto”, explica un hombre. “Escuché disparos y vi varios vehículos, así que levanté las manos. Secuestraron a mis dos hijos delante de mí. Yo lloraba y gritaba”, narra una mujer.
Unos minutos de descanso y pronto se vuelve a la marcha. Todos los desplazados son conducidos a inmensos campos de refugiados. ¿Cuántos son? El responsable de censarlos tiene problemas: “Hoy hemos llenado 200 autobuses cada uno con 30 personas. Haga cuentas, aquí llegan cada día como mínimo 3.000 personas al día desde hace una semana”.
Miles de personas no tienen ni esperanza ni futuro.
“No hay ninguna solución para nosotros. No veo qué vamos a hacer”, se lamenta un hombre, a lo que otra mujer apostilla: “Nunca podré volver a casa. Han matado a todo el mundo, está todo destruido”.
Todavía hay 20.000 yazidíes en las montañas de alrededor completamente abandonados a su suerte.
Ninguna comunidad está a salvo de la crueldad de los yihadistas y del Estado Islámico, que deja a los habitantes, por donde pasa, la elección de obediencia, conversión o muerte. Es más peligroso que Al Qaeda. Lo cuenta RSI.
Osama Bin Laden, Al Qaeda, la guerra de Irak, la lucha contra el terrorismo. En este contexto, hace diez años, nació Estado Islámico.
Su objetivo quedó teorizado por el jeque del terror: el nacimiento de un califato, una especie de estado islámico integrista regido por la sharía. Su consecución pasa por Abú Musab Al Zaqawi, terrorista jordano que, tras la invasión de Irak, funda y dirige Al Qaeda en el país. Feroz, implacable y brutal, el suní Al Zarqawi se convierte en el símbolo de la lucha contra la ocupación estadounidense. En 2006, tras una larga caza al hombre, las fuerzas estadounidensese le matan.
Su organización vacila, se debilita, y es aplastada por el Ejército estadounidense e iraquí, pero no desaparece, cambia de nombre: Estado Islámico de Irak. Es Siria la que le devuelve el vigor: combate al régimen de Bashar al Asad al lado de Al Qaeda; poco después esta decide alejarse del Estado Islámico por considerarla demasiado violenta.
El grupo alarga, entonces, su nombre: Estado Islámico de Irak y Levante, EIIL o ISIS en inglés. Su líder es Abu Bakr al Bagdadi. El grupo se organiza, se enriquece, reclutando en el país y en el extranjero. Entonces parte a su conquista de Irak.
Su avance es rápido y espectacular: en Siria el caos, en Irak las fuerzas de Washington ya no están. Unos 30.000 hombres marchan sin encontrar resistencia hacia Bagdad. Conquistan Raqa, en Siria, y la hacen su capital, después Faluya y Mosul, en Irak.
Su barbarie no tiene límite: contra todos los que se oponen a su proyecto, contra las minorías, contra el arte.
En julio, al Bagdadi proclamó el nacimiento del califato, sobre un territorio el doble de la superficie de Suiza. El sueño de Osama Bin Laden se hizo realidad.

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